Cinco edificios singulares conforman hoy en día el Señorío y la Bodega de Otazu. Allá donde se mira hay un punto donde anclar la vista. La iglesia de San Esteban, del siglo XII, fue la primera piedra de este anfiteatro natural de gran belleza.
La Torre de Otazu, del siglo XIV, un punto más en la cadena de torres defensivas medievales que un día abundaban por toda la sierra de Etxauri y las inmediaciones de Pamplona. El Palacio Renacentista del siglo XVI y el bosque de roble devuelven el esplendor a una zona históricamente recuperada.
Los dos edificios restantes son la antigua y la nueva bodega. Una a la sombra de la otra. La bodega antigua, al más puro estilo francés, se construyó en 1840 y hoy, además de albergar la sede social de Bodega Otazu, constituye un auténtico museo del vino, un recorrido histórico por una manera franca de entender el cuidado del viñedo y la elaboración del vino.