Iglesia Románica de San Esteban

Se construye la Iglesia Románica de San Esteban

La iglesia se trata de una fábrica medieval, típica del ámbito rural de Navarra, y datable como de hacia el año 1200. La planta, muy simple, consta de una única nave, dividida en tres tramos de longitud desigual y con terminación en ábside semicircular. El acceso se sitúa en el lado de la Epístola, frente por el que se adosa también la sacristía, que es una estancia de planta rectangular construida en el siglo XVII, uno de cuyos lados es curvo para adaptarse a la forma del ábside. Los muros van en sillarejo de factura un tanto irregular, que conservaron su enlucido original hasta la última intervención. Dos ventanas afrontadas dan luz al interior, una situada en el eje del ábside y la otra en el muro de los pies. Ambas rematan con arcos de medio punto. A los pies de la nave se levanta un coro alto de madera, atravesado por una escalera de caracol que sube a la torre. La nave se cubre con una bóveda de cañón apuntado muy típica del momento de transición en el que se erigió el templo, y se articula mediante arcos fajones del mismo perfil, que apean sus empujes en ménsulas encastradas en el muro, por encima de las que corre una imposta que rodea todo el perímetro interior del templo. La cabecera recibe una bóveda de horno de directriz apuntada, mientras que la sacristía se cubre con un simple cielo raso. El exterior es sobrio y ciego, con muros donde predomina el macizo sobre los vanos. Una imposta señala un cambio de material, correspondiente a un recrecimiento. La torre se levanta sobre el tramo de los pies, como es habitual en este tipo de templos. Lleva un fuste corto y macizo, rematado en alto por un sencillo tejado en pabellón, bajo el que hay dos medios puntos para alojar las campanas. El acceso se sitúa en el segundo tramo de la nave, por el lado meridional, y consta de un arco de ligero apuntamiento, cuyo derrame se salva por tres arquivoltas más guardalluvias. Apean en columnitas con basa, fustes lisos originales y capiteles de decoración vegetal, dotados de cimacios decorados con entrelazos también vegetales. El tímpano lleva un crismón trinitario por toda decoración, y va reforzado por sendas ménsulas, una de las cuales figura un bóvido, mientras que la otra lleva la labra más inquietante de dos figuras humanas en el momento de ser engullidas por un monstruo. El interior va presidido por un hermoso retablo renacentista, propio del segundo tercio del siglo XVI. Su estructura consta de banco, dos cuerpos de tres calles más dos entrecalles, y ático que sigue la traza de los cuerpos, coronado por frontón triangular flanqueado de otros dos curvos. Un guardapolvos exterior protege la obra, a excepción del ático. En cuanto a la iconografía, el banco alberga, entre otras, las tallas de Santa Bárbara, San Mateo, San Lucas y Santa Catalina de Alejandría, así como imágenes de apóstoles. En el primer piso se ven los relieves de Santa Margarita y Santa Lucía, en los extremos, además de los bultos de San Marcos, San Agustín San Esteban ataviado de diácono (titular, sedente), San Gregorio, San Juan Evangelista y varios apóstoles. En el segundo piso figura Santa Águeda, San Juan Bautista, Santa Apolonia y varios santos más. Por último, en el ático encontramos el Calvario, San Sebastián, San Cristóbal y, presidiendo desde el frontón, la figura del Padre Eterno. El sagrario es moderno. Delante de este retablo encontramos una Virgen con el Niño procedente del vecino señorío de Eriete, gótica del siglo XIV, que según Clara Fernández-Ladreda pertenece al foco vasco-navarro- riojano, con la característica manera de sujetar al Niño por parte de María, agarrándolo desde abajo. Los rasgos de María son finos y alargados, mientras que Jesús aparece con la cara más rechoncha y llena. Los plegados son naturales, combinando líneas onduladas y bruscos quiebros. En el lado del Evangelio hay un lienzo que representa a San Gregorio Magno, ataviado como pontífice, propio del XVII y realizado en estilo barroco temprano, por mano de un hábil artista. Se representa al santo anciano, pero con potente y vigorosa anatomía, con ropajes ampulosos, en cuya dalmática figuran imágenes de santos. Corona con la paloma del Espíritu Santo, y se ve un marco arquitectónico donde, de manera un tanto infantil, se representan las almas del purgatorio. En el muro opuesto, un lienzo contemporáneo del anterior representa la Coronación de la Virgen, que ha sido identificada como Nuestra Señora de Montserrat. María aparece entronizada, con el Niño en su regazo y rodeada por la Corte Celestial. Bajo el coro hay una pila de bautismos del XVI, labrada ya en estilo renaciente. Consta de pedestal prismático, fuste acanalado, capitel y taza semiesférica con gallones. Cerca cuelga una talla del Crucificado barroco algo tosco. En la sacristía se custodian varias tallas, algunas de ellas procedentes del señorío de Eriete, y alguna pieza de orfebrería.

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