D.O.P. Pago de Otazu

Genios de Otazu es un proyecto artístico que la Fundación Otazu lleva impulsando desde 2016 y que busca sintetizar y conjugar la labor creativa del artista plástico y la del enólogo. Se trata de un diálogo. Es una conversación entre el universo del artista y el universo del vino. Dos universos que no colisionan. Al contrario. Uno aprende del otro. Cualquier amante del vino, del arte o de la naturaleza se puede acercar a Genios de Otazu, por ejemplo, adquiriendo algunas de estas botellas que son piezas de arte, y disfrutará de un vino extraordinario, pero también de la obra que lo alberga y lo contiene. Un caleidoscopio de múltiples oportunidades.

Genios de Otazu #1 – David MagánGenios de Otazu #2 – Pablo Armesto

En cada edición, dos hasta el momento (Genios de Otazu #1 – David Magán y Genios de Otazu #2 – Pablo Armesto), la Fundación Otazu elige a un artista de gran prestigio para que en la primera fase del proyecto reinterprete con su propio lenguaje la estética de una barrica de vino. Esto supone la creación de una obra de arte que se suma a la Colección de la Fundación Otazu ubicada en la bodega navarra.

Como parte del proyecto, además de reinterpretar la estética de una barrica con su propio lenguaje, el artista también debe ser el maestro de orquesta en la elaboración de un vino muy especial. Este proceso comienza con la vendimia por parte del artista, asesorado por el director técnico de Bodega Otazu, y continúa con el ensamblaje del vino, que también efectúa el creador, además del diseño de la etiqueta y de la caja que contendrá la botella.

Genios de Otazu #1

DAVID MAGÁN

Esta edición, limitada a 600 botellas, con solo 300 disponibles a la venta (las otras 300 se reparten entre la bodega y el artista), se presenta en una obra de metacrilato que además de resguardar la botella interactúa con ella para lograr que el vino trascienda su categoría de producto y se sitúe en el campo de la experiencia.

Genios de Otazu #2

PABLO ARMESTO

La edición, limitada a 600 botellas, con solo 300 disponibles para la venta (las otras 300 se reparten entre la bodega y el artista), se presenta en una obra fabricada en Corian que además de resguardar la botella interactúa con ella para lograr que el vino trascienda su categoría de producto y se sitúe en el campo de la experiencia. Se puede incluir una luz LED en su interior y apreciar la luz escaparse por las aberturas de la caja, como si fuera una lámpara.

‘THE SECRET BEHIND THE BARRELS’ DE DAVID MAGÁN

El artista, siguiendo su lenguaje propio, diseñó para nuestra Sala de Barricas una escultura casi virtual que flota en el centro de una pantalla de 3 x 3 metros. Usando una barrica deconstruida, Magán es capaz de crear una obra de luz que cambia con la posición del espectador y que opera dentro de los límites del dibujo y la escultura; lo físico y lo etéreo. La pieza se titula: The secret behind the barrel.

David Magán, haciendo un gran uso de la línea y la perspectiva isométrica, concibió una etiqueta en la que podemos apreciar una forma geométrica que dialoga con la obra creada para permitir que se fusionen visualmente.

Esta edición, limitada a 600 botellas, con solo 300 disponibles a la venta (las otras 300 se reparten entre la bodega y el artista), se presenta en una obra de metacrilato que además de resguardar la botella interactúa con ella para lograr que el vino trascienda su categoría de producto y se sitúe en el campo de la experiencia.

‘EL ESPÍRITU DEL VINO’ DE PABLO ARMESTO

A la hora de diseñar la etiqueta y la caja para esta edición tan especial de vino, Pablo Armesto decidió continuar, con esta idea del espíritu, del corazón palpitante, rebosante del cariño y la energía de las personas de la bodega. Afirma Armesto que, al igual que sucede en su trabajo, las obras excelentes sólo se consiguen cuando las personas se involucran al máximo en el proyecto, cuando dan lo mejor de sí. Y que este cariño es el que transforma al objeto —la obra de arte, la barrica, el vino— en algo especial.

La luz es un elemento que Armesto trabaja continuamente en sus obras. Por eso encuentra la idea de crear una etiqueta que se ilumine. Concibe una etiqueta en la que se dibuja un corazón con tinta retro-luminiscente, que brilla en la oscuridad y que, de nuevo, transmite esa sensación de ser un objeto único.

La edición, limitada a 600 botellas, con solo 300 disponibles para la venta (las otras 300 se reparten entre la bodega y el artista), se presenta en una obra fabricada en Corian que además de resguardar la botella interactúa con ella para lograr que el vino trascienda su categoría de producto y se sitúe en el campo de la experiencia. Se puede incluir una luz LED en su interior y apreciar la luz escaparse por las aberturas de la caja, como si fuera una lámpara.