A continuación, se construyó la Iglesia San Adrián, a finales del siglo XIX, probablemente con materiales procedentes del Palacio. Se trata de un templo medieval en origen, del que tan sólo ha quedado algún vestigio, merced a las intervenciones de época barroca.
Es un edificio de piedra y de carácter rural, en estado de abandono. Tiene una nave única, cabecera de testero recto y torre campanario de planta cuadrada situada a los pies, adosada al muro de la epístola. Su acceso se halla situado en el muro meridional protegido con pórtico pétreo. De aquí procede una imagen sedente de una escultura, la Virgen con el Niño, de estilo gótico e influencia francesa, datada de los comienzos del siglo XIV y que en la actualidad se venera en la iglesia del Señorío de Otazu.
La primitiva pila bautismal se sostiene sobre un pedestal de cemento y se encuentra en el sotocoro.
Preside el presbiterio un retablo mayor romanista, de finales del siglo XVI, mostrando una policromía del siglo XIX. El sagrario-expositor también data de este siglo.
En el lado del Evangelio se ubica un retablo protobarroco de la primera mitad del siglo XVII, de tosca factura y repintado en 1852.